lunes, 18 de mayo de 2009

Vamos Juntos de Mario Benedetti

Ha muerto a sus ochenta y ocho años, habiendo publicado el año pasado su último libro: Testigo de uno mismo, un gran poeta del pueblo, Mario Benedetti. Desde aquí, un sentido gesto de cariño y respeto, al poeta cuyos libros leía en mi primera juventud.

Vamos Juntos de Mario Benedetti

Con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
compañero te desvela
la misma suerte que a mí
prometiste y prometí
encender esta candela
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la muerte mata y escucha
la vida viene después
la unidad que sirve es
la que nos une en la lucha
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
la historia tañe sonora
su lección como campana
para gozar el mañana
hay que pelear el ahora
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
ya no somos inocentes
ni en la mala ni en la buena
cada cual en su faena
porque en esto no hay suplentes
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero
algunos cantan victoria
porque el pueblo paga vidas
pero esas muertes queridas
van escribiendo la historia
con tu puedo y con mi quiero
vamos juntos compañero.

domingo, 17 de mayo de 2009

El gallo desubicado

La primera vez que lo escuché, tipo dos y media de la tarde, pensé: Qué raro, un perro que ladra parecido a como canta un gallo. Me pasó esto algunos días. Es que donde vivo, una zona sino céntrica casi céntrica de la ciudad, no se supone que viva un gallo.

Pero, como seguía repitiéndose, comencé a registrar a qué horas lo hacía. Y, hasta hoy, tenía registrado que era aproximadamente a las dos o dos y media de la tarde y a eso de las seis o seis y media de la tarde y, algunos días, cerca de las nueve o diez de la mañana.

Claro que todas estas comprobaciones dependían de que yo estuviera en casa y, además, despierta, en esos horarios.

Entonces, pensé para mí: Con los despertadores y móviles utilizados como despertador con sonidos extraños que existen hoy día, seguramente yo pensaba que era un gallo desubicado – perdón, es que a esta altura ya tenía claro que un perro no era – y, en realidad, es el despertador de alguien que a esas horas tiene que ir a trabajar, vuelve, duerme un rato, sale a trabajar de nuevo o algo así y, además, es sordo, o no piensa en sus vecinos. O las dos cosas.

Hoy me he desvelado hablando con mi familia a trece mil kilómetros y unas horas de distancia, y son casi las seis. Y acaba de cantar el gallo, a la hora que como gallo le corresponde. Y es, indudablemente, un gallo. Resulta que en el barrio entre las estaciones Maragall y Vilapiscina de la línea azul de metro, tenemos un gallo, desubicado obviamente, por eso canta a horas tan extrañas, porque vive vaya a saber dónde, en medio de la ciudad.

Sigo preguntándome si no somos muy irrespetuosos con las funciones que les asignamos, atribuimos y a las que obligamos a los animales que pretendemos domesticar.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Madrugada del siguiente cumpleaños

Hoy a entre las 16 y 17 horas de Argentina, hará 47 años que nací. O sea… cinco horas más tarde aquí. Tengo que llegar hasta las 22 horas de mañana.

Hoy saqué números de avisos en La Vanguardia tanto para limpieza, cuidar ancianos o niños, como para encargada de casas de relax. De los llamados que hice surgieron al menos dos que podrían ser de interés, aunque, claro, debería estar preparada para cualquier cosa.

Uno de cuidar o limpiar que incluye la probabilidad de viaje a Suiza supliendo a una interina, tengo que llevar foto y 5 €, además de los documentos. Otro de encargada en una casa de esas, que no me pidieron nombre ni teléfono y me dieron su dirección para que pase de 20 a 22 horas a entrevistarme con una tal Mary para hacer una prueba. No pregunté si pagan la prueba ni cuál es el horario, pero es de L a V 400 a la semana más comisiones. Interesante. Los demás a los que llamé trampas o no me inspiraron confianza.

Me siento rara buscando este tipo de trabajos, pero en el de cuidar pagan 8 € en mano la hora y en el que tengo 3 días esta semana y luego ya no tengo al menos hasta el 20/07 cobro 5,12 bruto la hora todo incluido y no hay continuidad. Veremos.

Que bonito modo de comenzar mis 48 años, ¿no?

Bueno, si llego a las 22 de mañana, es que a los 46 no me iba a morir finalmente y que comienza una nueva vida. Renacimiento.

Ya sé, soy consciente, de que las cosas que comento son realmente patéticas. Si vieras mi habitación, llorarías. Mis dos plantas están fuera para que no terminaran muriendo por falta de luz. Hoy compré una segunda bombilla de bajo consumo, con lo que se supone que tengo unos 180 o 200 w de luz ahora mismo. Como es de noche, no se nota y no deprime. Pero la habitación no tiene demasiada luz de día. Podés mirar bultos y colores, pero no podrías leer sin prender la luz, por ejemplo.

¿Podré escribir algún día historietas en que lo patético sea gracioso al estilo en que es capaz de hacerlo Woody Allen, por ejemplo? No estaría mal si pudiera transformar tanto sufrimiento en eso, ¿no? Tal vez pueda. No dejo de tener ilusiones y fantasías, eso me mantiene en pie. Pero soy consciente de la tristeza de mi condición. A la vez, no estoy dispuesta a bajar los brazos. Me quiero ir de esta tierra infame. Para eso necesito dinero. Tengo que conseguir hacer dinero, del mejor modo posible. No es más digno trabajar de tele-encuestadora por nada de dinero que de encargada de sauna por mucho más dinero.

Y mañana corrijo y entrego las memorias de las prácticas en el Hospital Universitario. De locos, ¿no?

Debería dar para que alguien que supiera escribir bien hiciera de esto un sainete.

Bueno, Lapizlázuli querida, gordita de mi corazón, mujer sexy, dulce e inteligente, te deseo que tengas un muy feliz cumpleaños. Te quiero mucho y estoy encantada de haberte conocido. Sos una mujer muy fuerte y muy valiente y resistente. Sos realmente bella y especial. De verdad te quiero mucho y, quedate tranquila, que a partir de ahora todo va a salir bien. ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!

martes, 12 de mayo de 2009

46

“No se puede volver a un lugar porque se extrañan los silbidos de la gente”, dice Martín E. (padre) en la película Martín (h).

Yo me di cuenta al poco tiempo de llegar que lo que extrañaba era no ver gente besándose en las calles. En Buenos Aires, cada día ves a unos o a varios dándose besos. Aquí es tan raro… También es raro ver hombres guapos. Puedo pasar meses sin ver ni uno. En el norte de Italia, sin embargo, no. Es como en Buenos Aires, tienes que dar vuelta la cabeza para seguir mirándolos cuando ya han pasado. Es un gusto. Tanto unos como otros tienen un porte tan varonil, tan desgarbada y elegantemente varonil…

También extraño eso…

Esta semana cumplí cuarenta y seis años. Se supone que el único sentido de la vida es vivirla. Que la única razón para seguir adelante, es que es el regalo más preciado que nos fue dado y que hay dar gracias por él, y simplemente aprovecharlo, lo mejor que se pueda, duela lo que duela. Hay que seguir adelante. Dar gracias por estar vivo.

A mí me duele desde que tengo memoria. Vivir, digo. Desde que recuerdo, desde la niñez, creo que siempre me dolió y apasionó al mismo tiempo. Soy incorregiblemente curiosa. Incorregiblemente desubicada, por lo tanto. Incorregiblemente arrojada… era, ya no soy. Ya fue. Ya me corté o me cortaron, no lo sé, las alas.

En fin, nunca encajé, siempre estuve fuera de foco, como tan genialmente muestra Woody Allen en esa película en que constantemente muestra la cara del protagonista des-enfocada. Siempre fue así.

Obvio que a veces hubo como oasis, bien de auto-engaño, bien de olvido, bien de atisbos de algún otro espejillo de colores con que mirar el mundo, que me hicieron creer que no había más dolor, que no habría más dolor. Claro que tuve de eso, no estaría aquí escribiendo esto de lo contrario. No estaría aún aquí, no hubiera llegado a mis cuarenta y seis años. Tampoco hubiera llegado hasta aquí de no ser por el amor, por aquellos a quienes amo y que me aman. Por el hermoso hijo que tuve. Supongo que por eso aún estoy aquí, por él sobre todo, aunque sepa que ya puede arreglárselas sin mí.

Bueno, era la fecha que en algún momento, hace muchos años y durante muchos años, puse como tope. Me puse como tope. Es decir: sabía que viviría hasta los cuarenta y seis. O dicho de otro modo, sabía que moriría a los cuarenta y seis.

Todavía quedan casi doce meses para que se acaben. Teóricamente al haberlos cumplido ya se acabaron, pero yo estoy acostumbrada a pensar que tengo los años xx después de haberlos cumplido. O sea, nunca pienso que ya estoy viviendo el año siguiente al que cumplí, lo cual es cierto. Y eso, sin contar con los nueve meses en la panza de mi vieja, con lo cual ya habrían pasado los cuarenta y seis hace mucho. En fin, que para mí, los cuarenta y seis acaban dentro de poco menos de doce meses.

Me he pasado casi toda la semana llorando. Tal vez sea la medicación que me cambió el lunes la homeópata, para ver si podía justamente ayudarme más profundamente, con esta sensación de decepción que hace que la muerte me aletee en la cabeza por más que lo intente evitar, por más que le oponga todos los razonamientos, por más que me sienta culpable y desagradecida.

Le he contado a la homeópata. Le he dicho que no me mataré porque no soportaría la culpa, porque no soy una hija de puta, una mala persona y hacer eso sería hacerle una maldad a los que tuvieran que cargar con mis petates y mi cadáver. Muy des-prolijo, muy desagradable y muy egoísta y de mala persona. No acepto morirme como una mala persona.

Así que aquí estoy, escribiendo esto.

En la película en la que la protagonista se suicida, cuando finalmente lo decide, ya no llora. Yo pienso que debe ser así. Que lloras mucho antes, pero cuando tienes la decisión tomada, ya no hay llanto, sólo determinación, siempre pensé que es el único modo de lograrlo: con absoluta determinación y convencimiento. Con una absoluta certeza de que ya no quieres soportar ni medio segundo más tanto dolor por dentro.

O sea, si llegara el momento de esa determinación, supongo que ya las excusas sobre no querer ser una hija de puta para con los otros, lo de no hacerles una maldad, desparecerá también, ¿no? Tal vez uno pueda llegar a ser tan egoísta, o tal vez ya no soporte más el dolor, no sé.

No lo voy a hacer. Pero si me cayera un balcón sobre la cabeza, un auto se desviara y me atropellara, o tuviera un infarto, si pasara alguna de esas cosas, entonces ya no sería mi culpa, ¿no? Ya no sería una hija de puta. También se lo conté a la homeópata. Sólo para que supiera que no voy a hacerlo, pero no me molestaría que pasara. Realmente.

Estoy muy pero muy cansada. Realmente no doy más. Sé que tengo que seguir, que tengo que seguir dando, pero la verdad verdadera es que no doy más. Esa es la verdad, al menos en este mismo momento. En que no haré nada, por supuesto, y en que tampoco moriré de un infarto, pues hasta en eso soy una desagradecida, ya que la genética me ha dotado relativamente bien, al menos en comparación con las estadísticas.

Bueno, podríamos decirlo así, entonces: como soy una desagradecida, no me merezco vivir, ¿no? Entonces, sería mucho más justo que me muriera yo que el hecho de que haya muerto el marido de Mora, o que Tod esté internado, o que pueda estar por morir Fidel Castro.

Nada es justo. Y yo tengo mucho dolor, desde muy chiquita, siempre, demasiado, mucho dolor. Toda mi vida ha sido un sobre-vivir por sobre-el-dolor.

En Viernes 3 a.m. Charlie dice: “los que no pueden más, se van”.

Mujeres de 30 años y píldora del día después

La Ministra de Sanidad y Política Social de España anunció ayer que en tres meses la píldora del día después o píldora anticonceptiva de emergencia será de venta libre en farmacias para personas de cualquier edad.

Como era de esperar, ante un método que ya ha probado tanto en las comunidades autónomas españolas en que se expende libremente como en los países en que ya se ha instaurado este sistema que evita gran cantidad de abortos, ya han comenzado a aparecer todos los detractores, criticadores, objetores de conciencia, etcétera.

Entre la gran cantidad de información que se puede encontrar en los diarios, figura la que dice que la edad promedio de la mayor cantidad de consumidoras no es, como cabría esperar, la de adolescentes, sino mujeres de treinta años.

¿Qué les pasa a las mujeres de treinta años? Se supone que han tenido ya el tiempo suficiente de informarse sobre métodos anticonceptivos. Que tienen más experiencia sexual y por lo tanto habilidad para manejar el desarrollo de una situación de excitación amorosa. ¿Cómo es que justo a esta edad resulta que se necesita más esta píldora pensada para situaciones accidentales?

¿Será que las mujeres de treinta años están tan desesperadas y solas que se exponen a situaciones de peligro con hombres que no piensan en ellas? Porque no olvidemos que para tener que utilizar la píldora del día después, hay que no haber utilizado profiláctico.

¿Será que ven que el reloj biológico les marca la hora y quieren ser madres o atrapar a un hombre con un embarazo no planificado y luego se arrepienten y salen corriendo a comprar la píldora?
¿Qué les pasa a las mujeres de treinta años con la concepción o la anticoncepción en España?

Poema inconcluso

Soy un montón de retazos de mi vida
hilvanados con placeres y desgracias.

Un montón de hilachas de futuro
enredadas entre lianas de esperanzas.


20 de octubre del 2006

Brindo por el amor, el humor y los proyectos

Salutación por el fin del 2000 y la llegada del 2001

Algunos de nosotros, cuando éramos más chicos, pensábamos que en el 2000 los automóviles serían voladores, podríamos optar por alimentarnos con cápsulas alimenticias como los astronautas del Apolo 11, habría alguna colonia de terrícolas ya establecida en Marte, podríamos comunicarnos en tiempo real viendo su imagen con alguien a kilómetros de distancia, habría robots para limpiar la casa y para hacer toda tarea que nos resultara ingrata, que podrían ser teledirigidos e incluso dirigidos a través de la voz humana... Algunas de estas cosas ya están pasando...

Y algunos de nosotros, también nos creímos, cuando éramos más chicos, que la "salud para todos en el año 2000" sería posible. Que ya no habría niños con hambre en ningún lugar del planeta. Que la producción mundial sería suficiente para abastecer en sus necesidades vitales a todos los seres humanos y que un gobierno global se encargaría de una distribución equitativa de los recursos existentes. Que siendo necesaria menos cantidad de trabajo para producir lo mismo, gracias a los avances tecnológicos, todos tendríamos más tiempo para el ocio creativo, no para la depresión generada por el desempleo y la imposibilidad de auto-sustento. Creíamos que habría justicia, libertad, modos más humanos y civilizados de intercambio, de crecimiento y de creatividad entre las personas... Y el 2000 llegó y ninguna de estas cosas está pasando...

Tal vez por eso a algunos de nosotros el 2000 se nos pasó volando, como si hubiese quedado aplastado entre el 1999 y el 2001 que ya llega. Se nos fue como agua entre los dedos, así como los sueños de cuando éramos más chicos.

Sé que desear que en el 2000 pase lo que no pasó en el 2001, después de esperarlo tantos años, es sólo fantasear. Sé que es imposible. Que lo que no pasó en el 2000 y debería haber pasado, y debería pasar en el 2001, tal vez no pase. Que tal vez también el 2001 se escape como agua entre los dedos...

Pero aunque siga pareciendo sólo un sueño, no puedo evitar desear que sea realidad, como cuando era más chica. No puedo evitar que aquellos sueños de justicia social, de salud para todos, aunque su realización parezca imposible, sigan habitando mis deseos.

A veces, cuando la realidad nos da ganas de decir "paren el mundo, que me quiero bajar", son tal vez nuestros sueños los que nos mantienen vivos.

Decía Armando Tejada Gómez, un trovador argentino, "Ahora voy a hablar del horizonte: No importa que sea lejos. Importa saber a dónde".

De modo que en estas fiestas, les deseo que puedan seguir deseando. Y que algunos de sus deseos se realicen en sus actos. Y que puedan disfrutar de estar vivos. Y que se sientan bien e irradien ese bienestar a quienes los rodeen. Alzo entonces mi copa de sueños y brindo con ustedes por el amor, el humor y los proyectos.